jueves, 17 de septiembre de 2015

COLGANTE TRADICIONAL



Toca subir el nivel, pero sólo un poco. 

Es un poco más complicado porque hay que prestar mucha atención, sobre todo al principio del trabajo pero una vez pillada la técnica se hace fácilmente. Se trata de un colgante de aluminio plano coloreado.

Hora de empezar:

  Además del pequeño rollo de alambre plano, no hace falta más que unos alicates y una pequeña ración de paciencia.

Primero hay que estirar el alambre y cortar 1,20 cm. aproximadamente, no importa si es un poco más o menos. Con esta medida quedará un colgante de  7 cm.
 
Una vez estirado se debe cortar en cuatro tiras de 30 cm. cada una y ya se estará todo preparado para comenzar.




Si ya se han tomado las medidas y cortado los segmentos del alambre, hay que colocar tres de ellas todas juntas, una encima de otra, como un manojo y la cuarta se utiliza para atar el hatillo con una vuelta sencilla  a la mitad del mismo. Debe quedar bien apretada para que no se suelte.

Hasta aquí sin dificultad

No hay que olvidar protejer los alicates con cinta, esparadrapo o similar para que no queden marcas en el aluminio.

 Ahora hay que armarse de paciencia porque puede desconcertar un poco el que los alambres parecen desbaratarse un poco; es todo cuestión de sujetar con firmeza y suavidad al mismo tiempo. Sobre todo mucha seguridad y ningún miedo.

Se coge el fajo con las dos manos se dobla por la mitad de forma que queden a cada lado tres y cuatro trozos de alambre respectivamente entonces se alinéan las tiras a modo de abanico pero sin juntar las dos partes; veasé:
   

Entonces, mientras se sujeta con seguridad  se trabaja en el lado que tiene cuatro cabos , en este caso el de la izquierda , se coge el alambre  que se queda más abajo (cuanto más cerca de la base mejor ) y se pasa por detrás del siguiente y por encima de los dos que queden más arriba. de modo que ese que se ha pasado llegue al otro lado, en este caso el de la derecha. De esta forma se alterna el trenzado.

Es más difícil de explicar que de hacer pero aquí se ve bien. Sólo hay que recordar que hay que trabajar siempre en el grupo en el que queden los cuatro cabos.
   
 Al principio parece que va a quedar raro o que no sale pero es únicamente al principio, en este caso las apariencias engañan y a medida que se va avanzando empieza a tomar forma. Prohibido caer en el desánimo. 

                                                      
     
Hay un pequeño problema y es que cuando se empieza a coger soltura es el momento de acabar. No es necesario apurar del todo el alambre, cuando se cree que se ha llegado al diseño que más  conviene se remata y listo. 

Entonces se prepara el acabado, cada cual puede darle el final que prefiera, este que se plantea es sencillo y rompe con la ligera angulosidad del trabajo y para ello es necesario acudir al alicate. De nuevo hay que asegurarse de que está protegido, que da mucha rabia fastidiar la obra justo al momento de acabar.

Se toma pues el alicate y se pinzan uno a uno los alambres enroscándolos sobre sí mismos y colocándolos según el gusto de cada cual.


                                                               
                                                                                                                                                            

Esta entrada queda dedicada a tres mujeres avileñas que emplearon tiempo, entusiasmo y una gran dosis de paciencia a enseñar a tejer el centeno. Cristina una guapísima niña, muy diligente y fabulosa; una jovencísima Elia, que con apenas 92 años no sólo enseña sino que, llena de energía, no duda en bailar al son de la jota, y desde luego no hay que olvidar a Teresa, mujer emprendedora donde las haya y con energía para intentar,  a través de la asociación OfyArte (Oficios Artesanos Sierra de Ávila) evitar que esta artesanía se pierda en la lejanía del tiempo.

Con la muestra de la elaboración de este colgante se pretende contribuir a la causa aprovechando la técnica tradicional aunque dándole un toque diferente.

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